¡Gracias a todos los que nos acompañaron en esta sesión! Tuvimos participantes desde Argentina, Colombia, España, y varias partes de los EE. UU.
Nuestro texto fue EL NIÑO AL QUE SE LE MURIÓ EL AMIGO de Ana María Matute. Dos lectoras leyeron el cuento en voz alta. Inmediatamente la conversación se enfocó en lo que ocurre cuando un niño tiene que enfrentar la muerte, sobre todo cuando su madre no tiene ternura en darle la noticia de la muerte de su amigo. La autora repite los juguetes y objetos con cual juega el niño. ¿Cuál es el significado de los objetos? La autora usó símbolos para demostrar la transición por la que tiene que pasar el chico; el cambio que pasa cuando los niños aprenden de la muerte. La madre ordena al chico que olvide a su amigo y entre a cenar, pero el niño no cruza el marco de la puerta. En lugar de eso, se va a buscar a su amigo llevando los objetos con los que jugaban, pero su amigo no aparece. El niño bota los juguetes, incluyendo el reloj que ya no funciona. Una participante notó que el reloj que se detuvo significa la muerte. Y cuando el niño regresa a la casa con hambre y sed, esto representa la vida. La madre declara que el niño ha crecido mucho y necesita un traje de hombre. La transición está completa. El texto provocó múltiples interpretaciones, vivimos las diferentes perspectivas que nos aportó.
Para la escritura escogimos “Escribe sobre una puerta.” Varias participantes compartieron sus escritos, inspirando una rica variedad de respuestas de los oyentes. Como es común, los textos fueron escritos “a la sombra del texto original,” pero muy curiosamente, también tenían como tema la muerte. Una declaraba que hay que tomar la decisión de estar en un lado o el otro de la puerta, pero no quedarse en el marco. Otra exploraba la yuxtaposición de aspectos de la vida; señalando la línea delgada entre la vida y la muerte. Este tema se siguió en los otros escritos, incluyendo la posibilidad de ver o hablar con Dios.
Se alienta a las/los participantes a compartir lo que escribieron a continuación (“Deja una respuesta”), para mantener la conversación aquí, teniendo en cuenta que el blog, por supuesto, es un espacio público donde no se garantiza la confidencialidad.
Por favor, únase a nosotros para nuestra próxima sesión en español, sábado, 27 de marzo 2021 a las 13:00 (inscríbete aqui), con otras sesiones adicionales en otros idiomas (inglés, italiano, griego y polaco) en nuestra página de sesiones grupales virtuales en vivo.
¡Esperamos verte pronto!
EL NIÑO AL QUE SE LE MURIÓ EL AMIGO
Ana María Matute (España, 1926-2014)
Una mañana se levantó y fue a buscar al amigo, al otro lado de la valla. Pero el amigo no estaba, y, cuando volvió, le dijo la madre: “el amigo se murió. Niño, no pienses más en él y busca otros para jugar”. El niño se sentó en el quicio de la puerta, con la cara entre las manos y los codos en las rodillas. “Él volverá”, pensó. Porque no podía ser que allí estuviesen las canicas, el camión y la pistola de hojalata, y el reloj aquel que ya no andaba, y el amigo no viniese a buscarlos. Vino la noche, con una estrella muy grande, y el niño no quería entrar a cenar. “Entra, niño, que llega el frío”, dijo la madre. Pero, en lugar de entrar, el niño se levantó del quicio y se fue en busca del amigo, con las canicas, el camión, la pistola de hojalata y el reloj que no andaba. Al llegar a la cerca, la voz del amigo no le llamó, ni le oyó en el árbol, ni en el pozo. Pasó buscándole toda la noche. Y fue una larga noche casi blanca, que le llenó de polvo el traje y los zapatos. Cuando llegó el sol, el niño, que tenía sueño y sed, estiró los brazos, y pensó: “qué tontos y pequeños son esos juguetes. Y ese reloj que no anda, no sirve para nada”. Lo tiró todo al pozo, y volvió a la casa, con mucha hambre. La madre le abrió la puerta, y le dijo: “cuánto ha crecido este niño, Dios mío, cuánto ha crecido”. Y le compró un traje de hombre, porque el que llevaba le venía muy corto.